domingo, 14 de febrero de 2010

Retales de la infancia


Ayer fui completamente feliz cuando, al volver a mi casa, me encontré con un regalo que me había comprado mi tía. No, no es otro bolso de Bimba&Lola, ni unos zapatos, ni ropa, no, era una caja de galletas, pero no cualquier caja, una caja de Lengüitas de gato de la marca Lu, y es que, vereis, cuando yo era una enana, allá por mis 4 añitos, iba yo por las tardes a casa de mis abuelitos paternos, y mi abuela Mari, que sabía cual era mi delirio, abría ese horno (que ella no utilizaba para cocinar, si no para guardar la comida) y sacaba aquella cajita blanca, aquella cajita blaca con olor a mantequilla y azúcar tostada que me alegraba la vida... ¡Qué tiempos! y es que es verdad, cuando eres peque, cualquier cosa te alegra.

3 comentarios:

  1. Jajaja!! Me siento super identificada con eso de la abuela que usa el horno para guardar galletas, jaja.. pero en mi caso eran napolitanas de cuétara, de esas con canela, ummmm...

    Las abuelas y las galletas, qué placer!!

    Buena semana!!

    ResponderEliminar
  2. el siguiente post va dedicado a ti belen! jaja a ver cuando me da tiempo a escribir, que mañana hay examen de matemáticas!

    ResponderEliminar
  3. Si es que hay olores, sabores y momentos, que hagas lo que hagas te seguirán toda la vida, y los recordarás con mucho gusto; y un poquito de alegría nostálgica...=P

    ResponderEliminar