sábado, 8 de mayo de 2010

Hasta el fin de los tiempos


El sol cayendo en el ancho horizonte, la brisa ligera, las altas palmeras que gobernaban el atardecer... y ellos. Conversación silenciosa. No hacen falta palabras cuando todo está dicho. Tanto tiempo transcurrido, se conocen ya de sobra. Él, cambiante y frío, nunca sabes dónde puede estar, siempre reflejando en su profunda mirada el brillante sol. Ella, alta y celosa hasta de sí misma, con rasgos de mora y gitana, siempre buscándole a él con sus grandes ojos. Tal para cual que dirían los sabios. El destino debió entrelazar sus caminos, al menos hasta hoy, quién sabe que pasará mañana... sobran los relojes cuando tienes hasta el fin de los tiempos.

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