Un día te levantarás y sentirás que algo falta, que no está. Buscarás por todo tu alrededor con desquiciada inquietud algo que ni tú sabes realmente qué es, pero sabes que te falta. Removerás el cielo y la tierra sin saber a dónde ir, dejándote llevar sobre unos pies que se mueven solos y un instinto que está en ti pero no contigo. Tú y tu mismo, dos entes obligados a llevarse bien por los siglos de los siglos pero que por más que quieran nunca estarán de acuerdo.
Algún día te levantarás y sentirás que se ha ido, que no volverá, pensarás que tal vez nunca estuvo, que fue producto de una imaginación desbordante de risas, luz y fuegos de colores, pero pronto, querido amigo, te darás cuenta de que no, de que siempre estuvo ahí, en la sombra, esperando junto a una puerta que por más que golpeó nunca fue abierta, y ese día te darás cuenta de que tal vez pudiste hacer algo más por entender.
Algún día, cuando todo llegue, te darás cuenta de que tú y tu mismo estáis condenados a vivir en comunión, y que sus errores repercuten irremediablemente en tu vida, convirtiéndose por ende, en tus errores.
Querido amigo, algún día pasará, y espero que ese día, recuerdes esto que te digo, y sepas que aunque distintos, tú y tu mismo seréis lo único que queda, que no pasa, que perdura.
sábado, 1 de octubre de 2011
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