lunes, 21 de noviembre de 2011

Esto no es política, es coherencia

Estimado compañero:

Como habrás podido comprobar en ya múltiples ocasiones, no cedo a determinadas cuestiones. Mis convicciones son claras y si hace una semana, un mes o el tiempo que yo misma estimara conveniente decidí informarte de que no es mi intención ni para mí un gusto el tratar la política en público, hoy ante tu acto contradictorio me veo en la obligación de recordarte algo. Discúlpame si tomo estas distancias, pero no quiero que esto pueda causar en alguien determinada aversión o rechazo hacia mi, no me considero experta en ningún tema, pero ahora no hablamos de experiencia, hablamos de lo que, según tu criterio, compañero, significa "ser justo". Ante tu insistencia no he cedido a contestar ninguna de tus proclamaciones, pues la libertad de expresión consiste en eso, en dejarte decir lo que creas conveniente, mas no puedo resistirme a hacerte saber que tus proclamaciones no se sostienen en la medida de que si pides a los demás que cumplan algo, ¿cómo osas no hacer tú lo mismo por ellos? Querido compañero, todo el que me conoce sabe que no demuestro aversión alguna a determinado círculo social, y tú mismo me pides, o incluso me demandas, sin saber si quiera mi opinión, que respete a este círculo y que de no hacerlo, seré algo incluso peor que un demonio. Pero mi inquina es esta, amigo, tú tachas de "malvado" a aquel que no opina lo mismo que tú, le acusas de faltarte al respeto (en este caso a mi hacia ti) sin saber si quiera la opinión, y sin embargo, yo, que te respeto y no te digo nada en tu contra, he de oir como me sermoneas sobre lo que es justo, honesto y respetuoso a la vez que te mofas (y empleo este verbo conteniéndome, porque de haber sido solo mofas, no estaría yo así) de mi por el simple hecho de creer en Dios.

Llámame lo que quieras, eres libres de ello y no voy a maldecirte, pero lo que me hierve la sangre es oír hablar de "justicia" y de "respeto" a individuos que no saben el significado de esa palabra. Pero tengo que darles las gracias, tengo además que agradecerte, querido compañero, tu intervención, puesto que de no haber sido así, seguiría sintiendo esa especie de "miedo" o esa especie de "culpa" cada vez que salgo de misa, en lugar de hacerlo con la cabeza bien alta.

Puede que esto te parezca política, ten por seguro que no es mi intención. Mi intención, querido amigo, es demostrarte que las palabras son un arma poderosa, pero de doble filo, y que mi cabeza va más allá de tus politiqueos, y por eso no me detengo en ellos, pero aceptame un consejo que te servirá siempre, no digas nada que no estés dispuesto a reforzar con tus hechos.

Espero no haberte molestado, querías mi opinión y es esta,

sinceramente,

Yo

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