Siempre me ha gustado ese título, un maravilloso libro que, recientemente, han recomendado a un gran amigo, recomendación que yo, por descontado, he secundado. Para los que ni siquiera les suene, "La insoportable levedad del ser" es un libro en el que Milán Kundera le "saca los colores" al pensamiento del archiconocido filósofo René Descartes. Como alguno habrá oído alguna vez, Descartes nos decía esa maravillosa frase de "pienso luego existo" ("cogito ergo sum" en su latín original) pero Kundera, no contento con ese pensamiento tan generalizado, analiza al ser humano desde lo que es en realidad, desde los sentimientos, porque mirándolo desde un punto un tanto irónico, pensar pensar, no todos los humanos piensan, y alguno hay que se empeña además en dejarlo cristalino como el agua de un manantial, pero sentir... ¡ay del pobre que no sienta!
Pues bien, Kundera le da un giro nuevo a las palabras de nuestro amigo Descartes diciendo que "siento luego existo", palabras sabias por donde las mires. Y aquí llega mi análisis de cena entre amigos, hablando sobre los sentimientos, decidí preguntar a uno de ellos cuál es para él el sentimiento que une a todo ser humano. Mi amigo, infestado por ese toque de hippismo y fe en las convicciones de Rousseau de "el hombre es bueno por naturaleza" me contestó lo que la mayoría de personas medianamente felices te dirían. El amor. Rápidamente me apresuré a decirle ¿el amor? ¿crees que todo el mundo nace con la suerte de que le amen? No hablamos sólo del "amor" como el amor hacia una pareja o hacia una amistad, si no el amor fraternal de un hermano, un padre, un abuelo... ¿crees que toda la gente tiene la suerte del día que abandona este mundo poder decir "he amado"? No, querido, el amor no es común, el amor es un privilegio que no apreciamos lo suficiente. El sentimiento único es otro, algo que nos une a todos, que hemos sentido de menor o mayor forma hacia otros, pero también, algo que los demás sienten con ferviente devoción. Es un sentimiento increíble, que puede llegar a cambiar todo lo que conocemos, alterando la realidad a nuestro alrededor. Mi amigo, loco por saber a qué me refería, me dijo, "¿el odio?", pero no, hay gente que tiene la fortuna de sentir que no ha odiado nunca, fortuna en la que me incluyo y espero poder seguir así, no, el odio no es común y general, lo que nos une con un lazo invisible es otro, es ese sentimiento que hemos sentido alguna vez y que otros sienten hacia nosotros, el sentimiento en cuestión, mis pequeños roedores, no es ni más ni menos que la envidia. ¿La envidia? Si, uno de los siete pecados capitales de la antigua Biblia, la envidia es algo que sentimos por los demás, por los que tienen algo que queremos, a veces es sana, en el mejor de los casos, pero la mayoría de las veces viene acompañada por un poco de maldad. El problema llega cuando la maldad se va de las manos. Proseguía mi conversación con mi amigo, ya centrada en un debate sobre tan adulador sentimiento, cuando acerté a decirle "querido, si la gente te envidia, puedes estar contento, habrás conseguido algo bueno en esta vida, pero si por otro lado, quien te envidia llega a límites que rallan la sociopatía hacia ti, debes sentirte no sólo contento, si no orgulloso, porque entonces habrás conseguido algo realmente grande"
Y es así, a veces necesitamos pararnos a reflexionar, a ver a todos esos que están alrededor y a darnos cuenta de que tal vez, debamos estar orgullosos o por lo menos, contentos, y a quien le pique, como dice el dicho, que se rasque.
Buenas noches queridos!
lunes, 26 de diciembre de 2011
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